Ya no hay vuelta atrás
Para cualquier persona en su sano juicio, unas palabras desesperadas de un desconocido no bastarían para provocar confianza. Pero algo en la forma de comportarse de aquel hombre hizo que Becky le creyera. Becky siempre había sido una persona que confiaba rápidamente, así que esperaba que este acto de fe no le saliera mal. Pero ya no había vuelta atrás. Aceptó confiar en él, y el hombre le pidió que le siguiera como respuesta.
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