Encubrimiento perfecto
La todavía llorosa Emily continuó diciendo que el hombre en cuestión pertenecía a una de esas bandas. La obligaba a encargar grandes cantidades de esos fármacos, ya que su clínica veterinaria era una tapadera perfecta para las actividades de este delincuente. “Todos los días llegan esas drogas, y todos los días viene él a cobrar”, explicó.
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