Llegó la hora
Cuando los últimos clientes abandonaron la clínica. Era el momento de tender la trampa. Los agentes tomaron posiciones en los despachos situados junto a la sala de medicina, a la que seguramente acudiría el criminal durante su visita. Entonces, el reloj dio las seis y se abrió la puerta trasera de la clínica. “Es la hora”, susurró Emily para sí misma.
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