temiendo el juicio
Martin esperó y se alegró de que la sala de espera del veterinario estuviera vacía. Se dio cuenta de que su aspecto distaba mucho de ser agradable y siempre temió el juicio de los extraños, sobre todo en un ambiente cerrado. Cuando Martin terminó de pensar, seguía sin haber respuesta. Así que volvió a golpear la ventanilla, esta vez un poco más fuerte.
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