La combinación más improbable
Ellie fue testigo de cómo la osa se sentaba tranquilamente sobre su trasero, acariciando a los cuatro gatitos que estaban acurrucados en su regazo. Fue asombroso de ver, pero también proporcionó una oportunidad para que Ellie y Magret escaparan. Tras darse cuenta de que los gatitos estaban a salvo por ahora, Ellie corrió escaleras abajo y abrió la puerta del dormitorio. “¡Margret, vámonos!”
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