No podemos dejarlo en manos de la fe
Porque Ellie ya sabía lo que tenía que pasar. Tenía que entrar ella misma en la casa a buscar a Margret. Cada fibra del cuerpo de Ellie le decía que corriera. Pero no podía dejar la vida de Margret en manos de la fe. Así que, después de darse a sí misma una rápida charla de ánimo, Ellie saltó la valla y aterrizó en el jardín de su vecino.
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