Furia
Pero tan rápido como llegó la tristeza, tan rápido se transformó en furia. Ava no iba a aceptarlo así como así. Este no era el hombre al que su madre había amado. Esto no podía quedar así. Agarró la caja y se levantó, sin importarle ya guardar silencio. “¡Papá! ¡Ven aquí ahora mismo!”, gritó cuando entró en la casa.
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