¡No puedes hacerme esto!
La confusión fue excesiva y Emily se dejó caer en su sillón de lectura. Las manos le cubrían la cara y tenía los codos apoyados en la parte superior de las piernas con tanta firmeza que le dolía. “¿Qué debo hacer? No puedes dejarme así, con todas estas preguntas. Nathan, por favor”
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