Cara de póquer
Emma entró en la sala de estudio para darle el té al hombre misterioso. Se alegró de que la despidiera rápidamente y suspiró al salir de la habitación. No iba tras ella. Mientras tanto, su mente iba a mil por hora. Tenía que averiguar quién era, por qué estaba aquí y dónde estaba Henry.
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