Un billete, por favor
La confusión de Martin se había convertido en excitación. Llegó a la estación de autobuses y se dirigió a la taquilla con una sonrisa en la cara. “Un billete de autobús que me lleve a esta dirección, por favor”, le dijo al empleado de la cabina, que le devolvió la sonrisa con cuidado, sin saber por qué aquel hombre estaba tan contento.
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