Nos volvemos a encontrar
Christine abrió la puerta ella misma esta vez, esperando que apareciera un extraño con una bata blanca. Pero lo que encontró fue algo muy diferente. La anciana levantó la vista y se sobresaltó al instante. Delante de ella estaba Martin, que parecía bien peinado y tenía una amplia sonrisa en la cara. “¡Hola, Christine!”
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