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Brusco despertar

Cuando sonó el despertador a las siete de la mañana, Mia ya estaba sentada en la cama de su madre. Había dormido como un bebé y estaba impaciente por ir al veterinario. Esperaba una respuesta positiva, y eso significaba que podría quedarse con su nueva mascota. “¡Mamá, levántate! Tenemos que irnos rápido”, dijo sonriendo.
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